Miedo al agua

Necesidades especiales

Sesiones diseñadas para que te sientas segura y con libertad de decisión en todo momento. A través de propuestas suaves, juegos, ejercicios respiratorios y sobre todo mucha presencia, nos abriremos a crear un espacio donde el miedo al agua se acabará transformando en confianza.

  • Sesiones de 30 minutos

  • Grupos reducidos (máx. 3 pax)

  • Adaptado a tu propio ritmo

Miedo al agua

He acompañado a muchas personas, tanto niños como adultos, que sentían miedo al agua. Y quiero decirte algo importante... ¡no hay nada roto en ti!

El miedo es una emoción legítima que merece ser escuchada y abrazada, no superada a la fuerza. Mi enfoque es totalmente respetuoso: no te lanzo al agua, no te empujo, no te presiono. Simplemente te acompaño desde donde estés, a tu ritmo, y celebrando cada paso que das hacia una nueva relación con el agua.

Las sesiones están diseñadas para que te sientas segura, contenido y con libertad para decidir en todo momento.

A través de propuestas suaves, juegos, ejercicios respiratorios y, sobre todo, mucha presencia, vamos creando un espacio donde el miedo puede transformarse en confianza. No se trata solo de aprender a nadar, sino de sanar un vínculo y de reconectar con tu cuerpo, con tu poder y con tu capacidad de disfrutar.

Te aseguro que el agua, cuando se convierte en aliada, puede ser un lugar de inmensa libertad y gozo

Recibid a los niños en reverencia, educadles en el amor, dejadles seguir adelante en libertad.

– Rudolf Steiner –

Preguntas habituales

El rechazo a meter la cabeza en el agua es relativamente frecuente en niños pequeños, y suele tener su origen en alguna experiencia negativa. Cuando los peques no controlan la apnea, el simple hecho de acercarse a la superficie puede ser suficiente para que les entre agua por la nariz o por la boca cuando están inhalando. Esto, si ocurre de forma imprevista y no se acompaña de manera oportuna, puede crear un rechazo muy grande, incluso una especie de fobia.

Lo primero es no presionar al peque para que "lo intente", ni desacreditar sus sensaciones y su miedo diciéndole cosas como "venga, que no pasa nada", ni compararle con otros niños que sí han aprendido a hacerlo. Después, lo ideal es buscar la ayuda de un profesional respetuoso que pueda enseñarle la técnica, siempre desde el juego, y sin forzar ni asustar al niño/a.