Infantil
De 2 a 6 años
La sesión infantil está pensada para acompañar a los peques en una etapa de muchísimos cambios, empiezan a hablar, a afirmarse, a diferenciarse y a buscar su lugar. A menudo están en pleno proceso de separación del mundo familiar más íntimo, explorando la autonomía y descubriendo que tienen una voz propia. Desde ese lugar tan único, el agua puede convertirse en un espacio seguro y lleno de posibilidades.
Sesiones de 30-45 minutos
Grupos reducidos (4-6 peques)
Adaptado al nivel del niño/a

Infantil 2 años
El peque ya controla la marcha en tierra y la aparición del lenguaje verbal le sitúa frente a un nuevo sistema de expresión. Descubre que la madre no le pertenece en exclusiva, y que tiene que compartirla con el resto de la familia. Aparecen las vicisitudes del control de esfínteres. ¡Tantas cosas suceden en este período! Es una etapa intensa, a menudo difícil para ellos en su maduración.

Infantil 3-4 años
Es importante que no le llames clase ¡dile que va a jugar! Si tu peque ha tenido alguna mala experiencia y no quiere ir sólo a clases de natación, no te preocupes. Existe un lugar en el que puedes entrar al agua con él, y es éste. En las primeras sesiones dejaremos que sea el niño quien decida entrar al agua.Te sorprenderá lo fácil que es cuando el niño se siente escuchado y acompañado.

Infantil 5-6 años
Actividad adaptada al nivel y al ritmo de cada peque. El objetivo será la autonomía completa en el agua pero la manera de conseguirlo dependerá de cada niño o de cada grupo. Desde quienes sólo quieren chapotear sin meter la cabeza hasta aquellos que dominan el buceo y quieren mejorar sus habilidades acuáticas para tener una excelente base psicomotriz, todos los niveles caben en esta categoría.
Los bebés y los niños son felices... nadie llora
El principio básico es el respeto y no hay nada obligatorio
Los bebés pueden entrar con papá y mamá
Siempre que quieran hasta los 2 años
Los niños pueden entrar acompañados a cualquier edad
Con un sólo adulto a partir de los 2 años
El enfoque es individual, no hay "niveles"
Gracias a que los grupos son reducidos
No hay prisa, y por tanto, no hay presión
Por eso los resultados llegan sorprendentemente rápido
Por supuesto que hay objetivos ¡y muy específicos!
No se obliga a nadie, pero se guía eficazmente a cada uno
Se aprende imitando y jugando
Así se desarrolla el ser humano naturalmente
Se prioriza la responsabilidad y la comunicación
Es un aprendizaje sobre la autonomía y el respeto mutuo
Aquí no trabajamos desde la exigencia ni desde el objetivo deportivo, sino desde el respeto a los ritmos individuales y al momento emocional que vive cada niño. Algunas criaturas ya están listas para zambullirse con energía, mientras que otras aún necesitan entrar al agua agarradas fuerte a la mano de mamá o papá. Todo eso está bien. Lo importante es honrar el proceso de cada uno, sin comparaciones ni prisas.
En estas sesiones nos apoyamos en el juego, la música, la imitación y, sobre todo, en la conexión afectiva. Cuando el adulto se relaja, cuando juega con el cuerpo y se ríe sin miedo a mojarse, el niño percibe ese clima de confianza y se atreve a explorar un poco más. Poco a poco, casi sin darse cuenta, empieza a sumergirse, a flotar, a desplazarse. Pero lo más valioso no es eso: lo más valioso es la seguridad interna que va construyendo mientras lo hace.
La clase infantil están organizadas por edades y momentos evolutivos, desde los 2 hasta los 6 años, y también por niveles de autonomía en el agua. Si hay miedo, lo abrazamos. Si hay deseo de explorar, lo alentamos. Y si hay dudas, las escuchamos. A veces el proceso implica moverse, otras veces simplemente observar. Yo acompaño con respeto y sin juicios, proponiendo actividades que se adapten al grupo y a lo que va surgiendo en cada encuentro.
Una sesión infantil no es solo una clase de natación. Son una oportunidad para que tu peque se sienta visto, respetado y acompañado mientras crece por dentro y por fuera.
Preguntas habituales
El rechazo a meter la cabeza en el agua es relativamente frecuente en niños pequeños, y suele tener su origen en alguna experiencia negativa. Cuando los peques no controlan la apnea, el simple hecho de acercarse a la superficie puede ser suficiente para que les entre agua por la nariz o por la boca cuando están inhalando. Esto, si ocurre de forma imprevista y no se acompaña de manera oportuna, puede crear un rechazo muy grande, incluso una especie de fobia.
Lo primero es no presionar al peque para que "lo intente", ni desacreditar sus sensaciones y su miedo diciéndole cosas como "venga, que no pasa nada", ni compararle con otros niños que sí han aprendido a hacerlo. Después, lo ideal es buscar la ayuda de un profesional respetuoso que pueda enseñarle la técnica, siempre desde el juego, y sin forzar ni asustar al niño/a.